sábado, 8 de octubre de 2011

¿Cuándo fue?

¿Cuándo fue que te diste cuenta de que lo nuestro era algo más que una aventura?
Creo que fue la primera vez que me desperté a tu lado...y me di cuenta de que no quería irme...
No recuerdo como acabamos bailando juntos, pero recuerdo muchas risas e intentos inútiles de conversar, la música demasiado alta lo  impedía. Salimos entre carcajadas del local y caminamos de la mano por el Paseo Marítimo, nos besamos debajo de una farola.
Me gustó besarte, que me besaras despacio y a conciencia, que tus manos se quedaran en mi cintura durante todo el beso. Un primer beso merece disfrutarse.
Nos sentamos en un banco y hablamos un rato, nos besamos un par de veces más, me acompañaste a casa y me besaste junto a la puerta, como si fuera una adolescente con toque de queda.
La siguiente vez que nos vimos al saludarnos cogiste mi cara entre tus manos y al acercar mis labios a los tuyos nuestros cuerpos quedaron pegados el uno al otro ... y sentí que no quería separarme de ti, que quería permanecer en tus brazos mucho tiempo. (Continuará)

domingo, 11 de abril de 2010

Despertando...

Siento tu mano en mi cintura, se mueve hacia arriba, hasta atrapar un seno. Entonces tu pecho se acopla con mi espalda, se funde con ella mientras tu mano aparta la tenue tela que cubre la carne palpitante. Estoy medio dormida todavía, aún no he abierto los ojos. No pienso, sólo siento; el calor de tu cuerpo, el olor a suavizante de las sábanas que cambié ayer, poco a poco voy percibiendo una tenue claridad, conforme abro los ojos. Mientras tanto tu mano se ha movido hacia el otro pecho, el vello de tu brazo aún excita al que recibió tus primeras atenciones. 
-¿Qué hora es?- pregunto con voz ronca. 
-Calla.
Tu boca cubre la mía y decido callar. Retiras el edredón y las sábanas, me pones boca arriba, con las dos manos agarras mi cara y me besas en la boca desesperadamente ... siento mi cuerpo arder, necesitarte. Mis manos se aferran a tu nuca y mi lengua compite con la tuya explorando. Necesito sentirte y mi cuerpo se arquea buscando el tuyo,  mis manos se desprenden de tu nuca y buscan los botones de tu pijama que desabrocho desesperadamente mientras mis piernas se abren y se levantan, mis pies se entrecruzan por encima de tus caderas...
Me susurras:
-Aún no ...
Te  separas un poco de mí y no sé como te deshaces de mi camisón y de la parte superior de tu pijama. Yo sólo sé que me quema la sangre. Arqueo la espalda y abro las piernas, intento quitarte el pantalón del pijama, pero no me dejas...
-Quieta, tigresa...
Me agarras un pie , lo acaricias suavemente. Tu lengua recorre el arco y se hunde entre los dedos. Me siento arder, siento que mi humedad llega al colchón, me oigo gemir como si oyera a otra persona y sé que no tardaré en oírme gritar si sigues así.
Muevo el otro pie y consigo acariciarte con él a través del pantalón, lo muevo muy despacio, con mucho cuidado a lo largo de tu erección, presionando con cuidado, delicadamente, sintiendo como palpita ...

lunes, 7 de diciembre de 2009

Llévame muy lejos (y 3)

Caminaste hacia mí, mirándome a los ojos, a mis mejillas ruborizadas.
Cuando me di cuenta de que bajabas la vista para mirar mi cuerpo instintivamente intenté cubrime pero me dijiste :
-No, no lo haga. ¡Su cuerpo es tan bonito!
Te acercaste más hasta que yo podía sentir en mi piel el calor que desprendía tu cuerpo y te quedaste quieto allí.
-¿Acaso no quiere mirarme?
Me sentía avergonzada, pero quería...claro que quería .Y me aparté un poco para verte, la palabra perfección no alcanza a describirte, aunque me dio un poco de miedo.
Te diste cuenta y me dijiste:
-No tema, sólo deseo darle placer y disfrutar con usted.
Eso me agradó y me molestó a la vez.
-No me sigas hablando de usted-exigí.
-Pero ¿cómo? Un pobre chico como yo no puede dirigirse de forma irrespetuosa a una señora. 
Tus manos se aferraron a mis hombros y me acercaste a ti. Nuestras pieles se tocaron por primera vez mientras tus labios devoraban los míos. Yo sentí como se endurecían mis pezones y se humedecía mi entrepierna. También sentía la suavidad de tu piel, la dureza de tu cuerpo.
Súbitamente las piernas me fallaron y caí sobre la manta como una muñeca de trapo, sonreíste y te arrodillaste a mi lado,acariciando lentamente mi cuerpo. Te montaste a horcajadas sobre mi...podía sentirte por entero. Tocabas...no, esa no es la palabra, amasabas mis pechos con desesperación. Te pusiste a chuparlos, a morderlos, mientras tu mano llegaba hasta mi sexo.
-Abre un poco las piernas, déjame acariciarte...te va a gustar...
De repente, al primer contacto de tus dedos, sentí como el mundo desaparecía no existía en él nada más que tú, tu mano tocándome.
-Wow, me lo había imaginado muchas veces, pero nunca pensé que fueras tan sensible.
-Nadie me había tocado nunca allí.
Levantaste la cabeza sorprendido:
-¿Tu marido nunca...?
-Por favor, no hablemos de él.
Separaste mis piernas y te colocaste entre ellas. Me besaste de nuevo mientras entrabas en mi y yo enloquecí. No sé lo que dije, pero sé que lo dije gritando y sé que te mordí y que te arañé. Y sé que nunca había imaginado que fuera así.
Luego nos que damos tumbados juntos sobre la manta, y tú dormiste un rato hasta que yo te dije:
-Móntame otra vez, cowboy y llévame muy lejos.


domingo, 29 de noviembre de 2009

Llévame muy lejos (2)

Dejé caer la manzana, mientras tú sonreías.
 -No disimule, la he visto mirarme.
Las mejillas me ardían y estaba segura de que su color competía  con el de la manzana que había rodado fuera de la manta .
-Voy a lavarla.
Cogiste la manzana y te dirigiste nuevamente al lago, los pantalones mojados se adherían a tu cuerpo y súbitamente me decidí .
-No te des la vuelta hasta que yo te avise, por favor.
-¿Me va a dar una sorpresa, señora?
-Puede ser...
Me  quité la cofia, los zapatos,la larga falda y la blusa muy despacio. Y te dije:

-Date la vuelta, pero quédate allí.
Las enaguas cayeron después y sólo me quedaban el corsé, la camisola y los pololos.
Desabroché las cintas del corsé y lo dejé caer al suelo. Tú, con los pies en el agua te desbrochaste el cinturón y los pantalones. Me solté el pelo y me quité la camisola, acto seguido solté el lazo que sujetaba los pololos y estos cayeron en torno a mis tobillos. Te quitaste los pantalones y la ropa interior y los lanzaste a la orilla .
-¿Puedo venir?
-Si.
(continuará)

viernes, 5 de septiembre de 2008

Llévame muy lejos



Te necesito aquí y ahora. La vida me cerca con su ciega rutina, con su sordo trasiego inútil, necesito volver a sentirme viva, te necesito. Ven y llévame lejos, a un lugar dónde sólo estemos tú y yo, a un sitio donde pueda besarte, donde puedas tocarme. Cierro los ojos y me pongo a imaginar, con la canción de las Dixie Chicks de fondo...
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Me imagino paseando por una pradera, tengo que recoger un poco mis largas enaguas para poder caminar ya que la hierba está bastante alta. De repente se oyen los cascos de un caballo y yo alzo la cara buscando ver si conozco al jinete que se aproxima. Me quedo tranquila al comprobar que sólo es el joven hijo de los vecinos de la granja de al lado.
Te aproximas a mi y me saludas llevando una mano a tu sombrero, yo alzo mi mano para intentar ver tu cara pese a que el resplandor del sol me ciega al elevar la vista. Pese a todo distingo el resplandor de tus dientes cuando me sonríes y me saludas:
-Buenos días, señora.
-Hola ¿adónde vas?
-Mi padre me ha enviado a las orillas del lago, para comprobar que ninguna de las vacas se haya quedado por allí. Pero yo había pensado que podría aprovechar y darme un chapuzón ¡hace tanto calor!
Al escuchar tus palabras siento como toda mi ropa se pega a mi piel a causa del sudor y tengo mucho más calor que el que tenía hace pocos minutos...suspiro y digo:
-Ojalá pudiera acompañarte.
-¿Quién se lo impide?
Intento imaginar una respuesta, pero mi marido está en un largo viaje y es muy poco probable que nadie nos vea ir al lago, abro la boca para negarme pero me callo. Y tu extiendes tu brazo y me ayudas a montar detrás de ti, de costado. Y haces que mis brazos rodeen tu cintura.
En el corto trayecto hasta el lago me siento muy extraña, no pienso ni un instante en qué diría la gente del pueblo si nos vieran ir a solas, montados en el mismo caballo, ni pienso en mi marido, ese amigo de mi padre que me ofreció su hogar y se casó conmigo; sólo soy capaz de pensar en tu cuerpo cálido, en tu olor...
Al llegar al lago me haces descender despacio y luego desmontas tú. Agarras una manta que llevas en la silla y la depositas sobre la tierra de la orilla.
Me miras y dices:
-Me voy al agua.
Y tras quitarte las botas te zambulles de golpe. Yo me quedo mirándote y comtemplando mi vestido con tristeza, por fin decido quitarme los botines y remangarme la falda para que no se moje. Miro como nadas con envidia, yo único que yo puedo hacer es caminar un poco con los pies en el agua.
Te acercas a la orilla y me dices:
-¿No quiere nadar?
-No sé. Además no quiero mojarme tanto...
Me miras y sonríes.
-Con el sol que hace se secaría muy rápido-
Y me salpicas un poco de forma juguetona.
Sales del agua y te quitas la camisa para ponerla a secar sobre una rama y mis ojos se quedan prendidos en tu pecho de una manera impúdica...Me doy cuenta e intento disimular aunque me doy cuenta por la sonrisita irónica de tus labios que no lo he conseguido. Me pides que me siente en la manta y sacas pan y un par de manzanas de las alforjas. Te sientas a mi lado y me ofreces una de las frutas, la tomo sin pensar pero tú no la sueltas, me miras a los ojos y me dices:
-¿Quiere caer en la tentación?
(Continuará...)




jueves, 8 de mayo de 2008

Despertar

Me desperté a tu lado, me levanté sin hacer ruido, fui al lavabo y me lavé los dientes, fui a la cocina y desayuné leche y galletas. Volví a la cama a mirarte dormir. Tus cejas se empiezan a mover y te volteas, intentando recuperar el sueño que se te escapa. Abres un ojo y luego el otro pero aún no ves, te digo buenos días y esbozas una sonrisa y me dices ven aquí y yo me río y digo que no, que me voy a duchar que voy a llegar tarde. Me meto en la ducha y cierro con seguro.
Intentas abrir y te ríes, vas a la cocina y desayunas. El olor de tu café llega hasta mí mientras me ducho, te ríes de mi leche con galletas y dices que desayuno como una niña de cinco años. Salgo de la ducha y me visto muy rápido, intentando acabar antes de que te termines el desayuno. Vuelves mientras me pongo los zapatos y me dices que estoy muy guapa hoy y yo me pongo a hacer bizcos. Nos reímos los dos y me acompañas a la puerta, la abres y me besas, el beso se vuelve más profundo, yo acaricio tu pelo y me aprieto contra tu cuerpo. Se escuchan los pasos de algún vecino que baja las escaleras. menos mal que aún no ha llegado a nuestro piso. Nos separamos y me voy a trabajar con el sabor de tu café en mi boca, voy a estar pensando en ti todo el día.

domingo, 13 de abril de 2008

Yo aún hago el amor pensando en ti...

Es cuando pienso en ti que mi cuerpo se vuelve receptivo y consciente de este otro cuerpo que pasa las noches a mi lado, es cuando pienso en ti que lo busco y encuentro. Cuando él me busca debo pensar en ti para poder soportar que estas otras manos busquen mis pechos, acaricien mi piel. Cierro los ojos fuerte y concentrándome en tus recuerdos consigo excitarme; humedecerme; incluso, en ocasiones, consigo llegar al orgasmo pensando en ti.
Después de tantos años, aún hago el amor pensando en ti...